En mi opinión, es el mejor país si vas por primera vez al Sudeste Asiático. La combinación de una gran ciudad como Bangkok con un tour por el Norte para conocer en profundidad su cultura y sus maravillosos templos, y unos días de relax en una playa, convierten este destino en un viaje perfecto para viajeros de cualquier edad.
Tailandia está perfectamente preparada para el turismo y resulta sencillo moverse. Ofrece una buena infraestructura y precios muy razonables.
· BANGKOK
Nuestro alojamiento estaba muy bien situado, lo cual nos permitió aprovechar al máximo el tiempo en esta gran ciudad. Aterrizamos por la mañana por lo que, para ganar tiempo, teníamos contratada una visita a los Templos directamente desde el aeropuerto. Una excelente recomendación de nuestro receptivo en Tailandia.
Debo reconocer que me resulta imposible aprenderme los nombres de todos los templos, recuerdo los imprescindibles por sus budas: El reclinado (Wat Pho) o el Esmeralda (Wat Prah Kaew). Otro templo que es un “must” es el del Amanecer (Wat Arun). Esta visita se completa con el Palacio Real.
Aunque es una ciudad grande, es muy fácil moverte por tu cuenta, recorrer el Barrio Chino, la famosa Khao San Road… Pero una de las mayores aficiones de todo viajero en esta gran urbe es hacer shopping. Hay que llevar la maleta medio vacía porque esta es la ciudad de las compras.
Si te gustan los centros comerciales, tienes los más asequibles como el MBK (8 plantas y 2000 tiendas), el Terminal 21 o el Platinun Mall. Si buscas más calidad, mejor el Siam Paragon o el Central World. Si lo tuyo son los mercados, te recomiendo el de Chatuchak si tu visita cae en fin de semana. Si no, hay muchos más.
Nosotros fuimos al MBK y yo literalmente me mareé del agobio. Disfruté mucho más en el mercado de Mae Klong, colocado sobre las vías de un tren que funciona desde 1905. Es muy curioso porque, como ellos dicen, el mercado estaba antes y aunque construyeron las vías, no quisieron irse. Así que en unos 5 segundos desmontan una parte de los puestos, pasa el tren a escasos centímetros y lo vuelven a montar en un abrir y cerrar de ojos. ¡Sorpendente! Desde allí fuimos a un mercado flotante que, aunque es muy turístico, es agradable de ver.
Si buscas ocio, tienes todas las opciones del mundo. Clubs, sitios de fiesta de todo tipo, bares y puestos para comer cualquier bichito o platos excelentes, combates de Muay Thai. O algo tan emblemático como tomarte una copa (cara pero espectacular) en uno de las famosas rooftops Vértigo o Siroco.
A Bangkok le dedicamos 3 días y creo que está bien. Por supuesto podrías estar más tiempo, sin embargo, hay mucho más que ver en este variado país.
· RUTA AL NORTE
En nuestra ruta al norte hicimos varias paradas realmente interesantes: la primea fue una de las mejores, el conjunto arqueológico, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco de Ayutthaya, la antigua capital del reino de Siam. Y pasando por el famoso santuario de Wat Phra Prang Sam Yot, donde hay que tener cuidado, porque los cientos de monos que lo habitan son muy atrevidos, llegamos a Phitsanoluk, el centro de peregrinación budista más importante del país. Llegar aquí después del bullicio de la capital, fue un cambio de chip extraordinario.
El día siguiente comenzó por otro de los lugares más mágicos, el bello parque arqueológico Sukhothai. Hay quien dice que solo son ruinas, pero tras el bullicio de Bangkok y las largas horas de bus del día anterior, este espacio me transmitió paz, una espiritualidad renovada que me hizo seguir el viaje con otro ritmo.
Y de nuevo retomamos rumbo al norte hasta llegar a las famosas Chian Mai y su hermana pequeña Chian Rai. En el Norte está bien quedarse unos 3 días. Si tienes poco tiempo, puedes volar de Bangkok a Chiang Mai, aunque te perderías la experiencia de Ayutthaya y Sukhothai que para mí merecen la pena.
Cerca de Chian Rai está el pintoresco Templo Blanco, que no tiene nada que ver con todo lo que habíamos visto hasta ese momento. Es relativamente reciente, lo visitan cerca de un millón de turistas cada año, pero a mí me daba la impresión de estar en una gran tarta de merengue. Lo cierto es que no te deja indiferente.
Otro de los días especiales es el que se dedica al Campamento de elefantes y a conocer el poblado de las mujeres jirafa. Siempre hay polémica sobre el trato a estos animales para conseguir que hagan cosas tan increíbles como pintar unos cuadros preciosos. Lo cierto es que no se deja entrever nada que suene a maltrato. Si dudas, opta por los Santuarios de elefantes donde puedes verlos, si bien no podrás interactuar con ellos.
El poblado de las mujeres jirafa produce sentimientos encontrados. Se trata de un pequeño poblado con casas de bambú y tenderetes. Las mujeres y sus niños nos esperaban pacientemente para vendernos pequeñas mercancías o dejar que nos pusiéramos los interminables collares de anillas. Es algo un tanto ficticio, pero es su forma de ganarse la vida, una fuente de ingresos que ha supuesto una salida digna a esta minoría étnica de refugiados y permite que la tribu mantenga sus tradiciones.
La otra visita obligada para conocer la idiosincrasia del país es llegar hasta el Triángulo de Oro, el punto de unión de Tailandia, Laos y Myanmar a través de la frontera natural del Río Mekong. Fue hasta la década de los 80 la mayor productora de la amapola con la que se elaboraba el opio y se intercambiaba por oro. Actualmente se cultiva café y té. Entrar en el Museo del Opio nos posicionó perfectamente para entender lo que supuso este enclave en su momento.
Además de los templos y paseos que pudimos disfrutar por Chiang Mai y Chian Rai, fue encantador cenar y divertirnos en sus mercados y sus plazas con música en directo y cervezas muy muy baratitas.
· PLAYA: Krabi y Phuket
No puedes volver de Tailandia sin haber pasado mínimo 3 días en una de sus maravillosas playas. A estas alturas, y tras más de una semana sin parar, con tropecientos nombres de templos en tu cabeza, tienes que permitirte un relax y conocer alguna de las playas más bonitas del mundo.
Conocimos Krabi y Phuket. Ambas te ofrecen arena blanca, agua cristalina y una oferta hotelera para todos los gustos y bolsillos.
¿Cuál elegir entonces? Yo quise conocer las dos zonas para poder recomendar con criterio. Y la conclusión es sencilla:
· Si buscas naturaleza y tranquilidad: Krabi
· Si buscas actividades y diversión: Phuket
Fuimos primero a Krabi y nunca olvidaré el instante en el que llegamos al estupendo resort con el mar justo delante y vislumbramos esa luz que se mete en la retina e inmediatamente te produce una sonrisa porque estás pensando, “así debe de ser el paraíso”.
Sobre Phuket, debo admitir que, aún no he salido de mi asombro cuando pasé por Bangla Road en el paseo marítimo de Patong. Por muchos vídeos que hayas visto o las veces que te lo hayan contado, la realidad lo superará. 400 metros de oferta de bares con música en directo, clubs de striptease, gogo bars, y cientos de jóvenes ofreciéndote “de todo” a cada paso que das.
Finalmente, la mejor excursión sin duda fue ir en barco a las Islas Phi Phi. El trayecto en barco de una a otra nos dejó las mejores fotos del viaje.
Incluiría una visita al famoso Puente sobre el Río Kwai. Un plan excelente para conocer los acontecimientos históricos que acaecieron allí y en el Paso Infernal durante la II Guerra Mundial y recrearte en un espacio natural espectacular, el Parque Nacional de Erawan con cascadas y piscinas naturales. Me quedaría a pasar la noche en uno los resorts a orillas del río.
Pasaría unos días en una playa poco turística como la de Koh Yao Noi. Y algún día, quien sabe, quizás pueda quedarme en el Six Senses (auténtico lujo asiático)
La excursión a las Islas Phi Phi. Puedes hacerla desde Krabi o desde Phuket. Algunas islas no se pueden visitar, ya que tras la película de La Playa de Leonardo di Caprio sufrieron avalanchas de turistas y ahora están protegidas. Pero hay muchas en las que podrás parar a hacer snorkel, pasear o bañarte en agua cristalina rodeado de acantilados.
De esos momentos que no olvidarás en tu vida.
· La ciudad de Bangkok es grande, sin embargo, a diferencia de otras megaciudades, aquí te sabes mover enseguida. Tienes muchas alternativas a precios razonables: Taxi (negocia siempre el precio antes de subir o que te pongan el taxímetro), tuk tuk, el Skytrain que prácticamente sobrevuela la ciudad, el Chao Praya Express por el río…
· Hay casas de cambio por todas partes. No cobran comisión y puedes cambiar cantidades pequeñas, 5€ o 10€ si quieres. No te lleves cambiado dinero desde tu país ni cambies mucho al inicio. No merece la pena.
✓ – En Bangkok alojate en la zona de Silom (mi favorita) o de Siam. Son zonas financieras, bien comunicadas, seguras y con mucha oferta hotelera.
✓ – Se puede comer muy barato en cualquier parte. Pero si no os apetece estar todo el día de restaurante o ya os cansáis de comida asiática, una excelente idea es el 7 Eleven. Hay uno en cada esquina y está siempre abierto. No recuerdo cuántas noches cené un sándwich mixto que te calientan allí mismo y por el que pagas menos de 1€. La otra opción más sana es fruta fresca que compras por la calle y está buenísima. Para mí, lo mejor, la piña preparada, fresca, sana y de nuevo, ¡baratita!
El último día teníamos el vuelo por la tarde. Estábamos en Phuket. Personalmente es el sitio que menos me gustó pero encontré una manera fantástica de despedir el viaje y darme un homenaje. Pedí cita en un centro de masajes y estética y estuve varias horas dejándome mimar. Un masaje craneal, otro en los pies, una manicura francesa…. ¿Un lujo? Sí, aunque muy asequible, una tercera parte de lo que me habría costado en España.
Darte un masaje en Tailandia es un imprescindible del viaje, pero cuidado con entrar a cualquier sitio. Hay miles y algunos excesivamente baratos, en los que puedes salir peor que entraste. Gasta un poquito más (que seguirá siendo muy poco) y ve a un sitio que te ofrezca confianza.
Mi primera experiencia con el mundo asiático y la filosofía budista ha sido en este país, y ha sido un gran acierto. Todo es completamente diferente a nuestro mundo occidental, pero al mismo tiempo, te sientes parte de su mundo desde el principio. Me considero una persona espiritual. Practico meditación y yoga y he encontrado allí una gran fuente de inspiración.
También he disfrutado mucho de la gastronomía. He probado casi de todo, incluso algún que otro saltamontes. Pero me quedo con El Pad Thai, el Khao Pad Saparod o las riquísimas ensaladas Thai. Eso sí, acompañadas de una Shinga bien fría, la cerveza nacional más antigua del país.
He aprendido mucho en este viaje. Entre otras cosas, cómo un acontecimiento negativo se puede convertir en todo lo contrario. En el vuelo de regreso hacíamos escala en Abu Dabi. Me encontré indispuesta en el primer trayecto, la azafata me hizo un informe y me pidió que visitara al médico en el aeropuerto, pero no lo hice porque me sentía mejor. Mi sorpresa fue que al ir a coger el vuelo a Madrid, me denegaron el embarque. No entendía nada, no quería quedarme allí sola, apenas me salía una palabra en inglés… En ese momento me quería morir. Pero Nines Calle no dejó que me quedara sola. Esto de viajar con tu Personal Traveler tiene sus ventajas! Ya eran las 3 de la mañana, tuvimos que hacer noche en el hotel del aeropuerto y esperar otro vuelo hasta día siguiente. Esa noche fue agotadora, pero al despertarnos pensamos, vamos a ser positivas. Tomamos un desayuno extraordinario, contratamos un chófer/guía y disfrutamos de un precioso día conociendo Abu Dabi .
Olga Moreno Suero